Un malogrado intento de ser humano
Por: Sandra Becerril
-Hoy he estado reflexionando en la mejor forma de deshacerme de ti. Mi mente da vueltas y vueltas mientras pienso en tu horrible rostro. Me asquea la forma en la que masticas, salpicando con alimento a los demás. Me horroriza tu ojo derecho, más cerrado que el izquierdo; tu mirada: esos ojos que me ven, amenazan, regañan, intimidan. Nadie jamás me vio con esos ojos. Tu cabello me saca de quicio cuando el viento lo agita y se enreda en tus pequeñas, minúsculas orejas de las que cuelgan innumerables aretitos que suenan como campanitas entre ellos interrumpiendo mi silencio. Me choca cuando resoplas con la nariz ¡esa enorme y desgarbada nariz! O la forma en que caminas, moviendo tus escurridas caderas de un lado a otro, queriendo dar la falsa ilusión de sensualidad. Me fastidia tu risa hipócrita, hipócrita y plástica. Cuando ríes, pareces un maniquí mal formado, pareciera que tu cara fue pintada por un patético artista que deseaba plasmar un payaso con la sonrisa grande, grande. Me molestan tus manos cuando estás en la máquina de escribir y se mueven como pequeños pero largos tentáculos, rematando con tus uñas disparejas por la mugrienta costumbre de mordértelas como animal y luego escupirlas dónde sea. Eres un cerdo, un marrano, un malogrado intento de ser humano, un error de la naturaleza, un mediocre animal que ocupa espacio en este mundo por ocuparlo. No debiste haber nacido, de respirar ni de caminar, o al menos de salir a la calle para favorecernos a los demás con tu ausencia. Verte por ahí, no sólo ensucia el paisaje sino que lo contamina, lo ennegrece. Tu cara me hace tener ganas de vomitar en ella hasta mancharla toda como tú manchas mi vida con tus estupidísimos comentarios que salen de tu ponzoñosa boca, de tu garganta que parece de sapo, de un sapo viejo, gordo y feo.>>No quiero verte más, escucharte menos ¡Quítate de mi vista! Exijo que te borres de mi camino tal y como tu propio padre te borró del suyo. ¿Entiendes lo que te digo? Ni siquiera el mismo te quiso, te desechó como pañal maloliente, te pateó el trasero hasta cansarse y tú ni siquiera te defendiste. Eres débil, frágil, enclenque, enfermizo y tardo. ¡Y todavía tienes el descaro de exhibirte ante mí! ¡Ante mi! Nunca debiste de haberlo hecho, porque te haré desaparecer, te romperé en mil pedazos; con estos puños atravesaré tu repugnante rostro hasta que sólo queden segmentos. Un ojo por aquí, otro por allá, la boca partida en dos, tu enorme frente dispersa en el suelo… te descuartizaré. Tu sangre me llenará de placer y podré disfrutarlo, tal y como tú te deleitas viviendo a costa mía. Te mataré ahora mismo.
Entonces Javier se arma de valor y tomando vuelo estrella su puño derecho en el espejo que lo ha estado observando fijamente. Los cristales caen por el suelo y él los pisa hasta dejar sólo pequeñas astillas. Se ríe con su risa hipócrita y plástica. Satisfecho, se da la media vuelta moviendo sus escurridas caderas de un lado a otro. Casi cuando va a salir del baño jura escuchar que del pedazo de espejo en dónde se reflejaba su ponzoñosa boca, salen las siguientes palabras: − ¡Tú estas peor que yo imbécil! A ver ahora quién proyecta tu horrible rostro. ¿Crees que me da mucho gusto reflejarte? ¡Pues no! A todos les asquea la forma en que masticas, salpicando con alimento a los demás. Les horroriza tu ojo izquierdo, más cerrado que el derecho, tu cabello los saca de quicio cuando el viento lo agita…
-Hoy he estado reflexionando en la mejor forma de deshacerme de ti. Mi mente da vueltas y vueltas mientras pienso en tu horrible rostro. Me asquea la forma en la que masticas, salpicando con alimento a los demás. Me horroriza tu ojo derecho, más cerrado que el izquierdo; tu mirada: esos ojos que me ven, amenazan, regañan, intimidan. Nadie jamás me vio con esos ojos. Tu cabello me saca de quicio cuando el viento lo agita y se enreda en tus pequeñas, minúsculas orejas de las que cuelgan innumerables aretitos que suenan como campanitas entre ellos interrumpiendo mi silencio. Me choca cuando resoplas con la nariz ¡esa enorme y desgarbada nariz! O la forma en que caminas, moviendo tus escurridas caderas de un lado a otro, queriendo dar la falsa ilusión de sensualidad. Me fastidia tu risa hipócrita, hipócrita y plástica. Cuando ríes, pareces un maniquí mal formado, pareciera que tu cara fue pintada por un patético artista que deseaba plasmar un payaso con la sonrisa grande, grande. Me molestan tus manos cuando estás en la máquina de escribir y se mueven como pequeños pero largos tentáculos, rematando con tus uñas disparejas por la mugrienta costumbre de mordértelas como animal y luego escupirlas dónde sea. Eres un cerdo, un marrano, un malogrado intento de ser humano, un error de la naturaleza, un mediocre animal que ocupa espacio en este mundo por ocuparlo. No debiste haber nacido, de respirar ni de caminar, o al menos de salir a la calle para favorecernos a los demás con tu ausencia. Verte por ahí, no sólo ensucia el paisaje sino que lo contamina, lo ennegrece. Tu cara me hace tener ganas de vomitar en ella hasta mancharla toda como tú manchas mi vida con tus estupidísimos comentarios que salen de tu ponzoñosa boca, de tu garganta que parece de sapo, de un sapo viejo, gordo y feo.>>No quiero verte más, escucharte menos ¡Quítate de mi vista! Exijo que te borres de mi camino tal y como tu propio padre te borró del suyo. ¿Entiendes lo que te digo? Ni siquiera el mismo te quiso, te desechó como pañal maloliente, te pateó el trasero hasta cansarse y tú ni siquiera te defendiste. Eres débil, frágil, enclenque, enfermizo y tardo. ¡Y todavía tienes el descaro de exhibirte ante mí! ¡Ante mi! Nunca debiste de haberlo hecho, porque te haré desaparecer, te romperé en mil pedazos; con estos puños atravesaré tu repugnante rostro hasta que sólo queden segmentos. Un ojo por aquí, otro por allá, la boca partida en dos, tu enorme frente dispersa en el suelo… te descuartizaré. Tu sangre me llenará de placer y podré disfrutarlo, tal y como tú te deleitas viviendo a costa mía. Te mataré ahora mismo.
Entonces Javier se arma de valor y tomando vuelo estrella su puño derecho en el espejo que lo ha estado observando fijamente. Los cristales caen por el suelo y él los pisa hasta dejar sólo pequeñas astillas. Se ríe con su risa hipócrita y plástica. Satisfecho, se da la media vuelta moviendo sus escurridas caderas de un lado a otro. Casi cuando va a salir del baño jura escuchar que del pedazo de espejo en dónde se reflejaba su ponzoñosa boca, salen las siguientes palabras: − ¡Tú estas peor que yo imbécil! A ver ahora quién proyecta tu horrible rostro. ¿Crees que me da mucho gusto reflejarte? ¡Pues no! A todos les asquea la forma en que masticas, salpicando con alimento a los demás. Les horroriza tu ojo izquierdo, más cerrado que el derecho, tu cabello los saca de quicio cuando el viento lo agita…
Etiquetas: cuentos, literatura, sANDRA bECERRIL
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